Emma y Dexter se conocen el 15 de julio de 1988 en la fiesta de fin de curso de la Universidad de Edimburgo y pasan toda la noche juntos, hablando. Tras ese primer encuentro, los dos se convierten en mejores amigos, a pesar de ser profundamente diferentes. Dex es atractivo, un poco egocéntrico, le atraen los excesos y el protagonismo. Em, en cambio, es idealista y testaruda, amante de la literatura y de las conversaciones profundas.
Tras el éxito de la novela de Nicholls y de la película de 2011 protagonizada por Jim Sturgess y Anne Hathaway, la serie de Netflix adopta el formato corto tan querido por las plataformas, narrando en 14 episodios de media hora un día concreto del año (15 de julio) y siguiendo el crecimiento de los dos protagonistas y los retos personales y profesionales a los que se ven obligados a enfrentarse. En medio de cambios, contratiempos, victorias y decepciones, la amistad de Dexter y Emma sigue siendo la constante en sus vidas. Porque, como se darán cuenta con el paso del tiempo, no hay Dex sin Em ni Em sin Dex.
Desde que la novela llegó a las librerías en 2009, One Day ha sido percibida como un experimento interesante. Narrar una historia de amistad primero y de amor después, centrando cada capítulo en un día concreto del año suponía crear una historia hecha de instantáneas, con grandes agujeros narrativos. El riesgo de mantenerlo «fuera» de la historia y alejado de los personajes era real y había que evitarlo a toda costa. El resultado -a la postre ganador tanto sobre el papel como en la pantalla- es una comedia romántica poco convencional que alterna la risa y el llanto, según el momento vital en el que se encuentren los dos protagonistas.
Más allá de las historias personales de Emma y Dexter, One day es también el retrato de una generación: la de los jóvenes que abandonan el entorno protegido de la universidad para dar sus primeros pasos en el mundo. En este sentido, One day tiene un poco de todo: está la profunda y, sin embargo, no siempre fácil relación con los padres, están los trabajos frustrantes y mal pagados, el fracasar y, sobre todo, resultar un fracaso para los demás, están las primeras casas oscuras y malolientes, las relaciones que se alargan por pereza o emprendidas para darle emoción a una vida por lo demás monótona, los planes que no siempre salen como se esperaba, los hijos que llegan sin ser buscados y los que son buscados pero no llegan.
Más allá de este relato sobre lo que significa crecer, el centro de la historia son ellos -Emma y Dexter-, que a pesar de las peleas, los malentendidos y los distanciamientos temporales siguen siendo el punto de referencia ineludible del otro. Dex con su capacidad para hacer reír y «quitar hierro» a las preocupaciones de Emma, ella con su habilidad para hacer que Dex encuentre de nuevo el camino. Alrededor de ellos existe toda una serie de personajes que, a pesar de tener un espacio muy limitado en el escenario, consiguen ser cálidos y entrañables.
La impresión que, una vez terminado el último episodio, queda en el espectador es la de haber asistido a un trozo de la vida de «dos como tantos». Una vida quizás carente de grandes aventuras, pero llena de pequeños momentos perfectos. La vida de dos que afrontan el camino sabiendo que, más que el destino, cuentan sus compañeros de viaje.
Cassandra Albani
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