El título es evocador: para los internos del Centro de Detención de Menores de Nápoles (inspirado en el Centro de la isla de Nisida, provincia de Nápoles) debe haber una segunda oportunidad, como ese mar que está más allá de los barrotes. Sin embargo, en el exterior también se encuentran con el mal cometido y los ejemplos, a menudo negativos, de los adultos. Es indispensable el crecimiento interior, la toma de conciencia de las causas de las heridas y los errores cometidos, y la asunción de la responsabilidad personal para preparar un futuro que, de otro modo, quedaría marcado para siempre.
La narración es coral, los crudos flashbacks de los crímenes cometidos nos presentan a los reclusos: están los que querrían liberarse de los bajos fondos, pero luego vuelven a caer en ellos; los que se han encontrado cometiendo un crimen casi por diversión, y los que, acostumbrados a una vida de crimen, buscan sin embargo una oportunidad de redención. Y luego está la directora, que considera que el respeto a las normas es la clave de cualquier redención, y el comandante del centro, para quien la disciplina se combina con la creencia de que puede haber un renacimiento para estos jóvenes. Interpretada en napolitano (a menudo con subtítulos tambien para el público italiano), la serie es muy explícita en su violencia verbal, física y psicológica, creando un retrato realista y dramático siempre en la fina frontera del exceso para provocar emociones muy fuertes. Asesinatos, violaciones y drogadicción fuera de la cárcel; venganza, prepotencia y la ley de la manada entre rejas, pero también arrepentimiento, amistad, amor y el deseo de una vida mejor.
Mare fuori es un proyecto que ha tenido un gran éxito en Italia, tanto en la Raidue como especialmente en la plataforma online Raiplay. El hecho significativo fue la presencia de un público joven y, por tanto, la identificación que consiguió la historia entre los espectadores cercanos a la edad de los protagonistas. Una responsabilidad «medida» que está estrechamente relacionada con su intención declarada de difundir valores positivos. Los críticos son unánimes en reconocer un objetivo en las antípodas respecto a una serie como Gomorra, que celebra la educación criminal de sombrías figuras unidimensionales sin dudar ni arrepentirse nunca. Aquí, en cambio, los personajes reaccionan ante el mal (que también está muy presente: tanto el que se comete como el que se sufre) y tratan de no sucumbir a él; en este sentido, son emblemáticos los gritos de tormento de algunos culpables tras su atroz acto. Si algunos se pierden porque la venganza o la omnipresencia del malestar se imponen, hay quienes se abren al amor y a una belleza antes desconocida.
Quizá la proporción entre los pequeños gérmenes de esperanza y la trágica propagación de la violencia parece inclinarse demasiado hacia esta última, pero la muerte no tiene la última palabra, aunque en la sucesión de la trama de las dos temporadas el índice de violencia no disminuya. Lo que queda es la cohesión positiva entre la directora, el comandante del centro y los educadores, cada uno con su propia herida. Hay un claro deseo de recuperación que las instituciones ponen en juego para «salvar» no tanto a generaciones enteras del país -del que Nápoles es un espejo emblemático- sino al menos a una persona.
En las intenciones de los autores hay un deseo de disuadir la delincuencia representada, pero la serie sigue requiriendo cierta precaución para su visionado en familia. Mare Fuori puede ser catártico para quienes ya están viviendo situaciones de profundo malestar, pero también puede ser excesivamente perturbador para quienes no experimentan personalmente muchos de los temas perturbadores representados. En este sentido, la serie necesita el acompañamiento y la confrontación intergeneracional para que su propósito educativo se cumpla plenamente. Esperemos, pues, que la anunciada tercera temporada no se complazca, como lo hacen a veces las dos primeras, en mostrar excesivamente el mal y el dolor asociado, sin un juicio ético claro y proporcionado, del que en las dos primeras temporadas se encargaba no sólo el guión, sino también la dirección y un comentario musical muy evocador.
Giovanni Capetta
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