Dedicada al gran arquetipo bíblico del rey David, la serie ha tenido un gran éxito en la plataforma Prime Video, según la cual el primer episodio fue visto por 22 millones de espectadores en sus primeros 17 días de disponibilidad. Este consenso provocó que los ejecutivos de Amazon MGM Studios, incluso antes de finalizar la disponibilidad en streaming de toda la temporada, anunciaran que habrá una segunda.
El inicio de la historia es impactante al ver a David enfrentándose al gigante Goliat en el campo de batalla, pero es sólo un gancho narrativo que queda en suspenso, llevando la historia a un año antes. Estamos en Palestina, mil años antes de Cristo, en el momento en que reina sobre las tribus de Israel el primer rey querido por el pueblo: Saúl, que ha ocupado el lugar del último juez y profeta, Samuel.
Saúl ha ganado hasta ahora muchas guerras contra numerosos ejércitos enemigos -largas son las secuencias de batallas, cuerpo a cuerpo-, pero ahora el orgullo y la sed de poder se apoderan de él hasta el punto de dejar de seguir la voluntad de Dios, expresada a través de las palabras de Samuel. El rey empieza a ser víctima de sus propios delirios de omnipotencia y Samuel se ve obligado a maldecirlo y a buscar otro rey al que ungir. Paralelamente seguimos la vida de David, el último hijo de Jesé de Belén, un joven pastor con una sensibilidad especial para el canto, que acompaña con la cítara. Contra todo pronóstico, Samuel acude a Jesé y, guiado por el Espíritu, elige a David como futuro rey, en lugar de a todos sus hermanos más vigorosos y curtidos en mil batallas. Saúl, mientras tanto, ajeno a la unción y cada vez más a merced de sus obsesiones, pide a David que acuda a la corte como músico para aliviar sus tormentos interiores. Nadie puede predecir aún que este muchacho será el campeón que vencerá a Goliat.
El marco resumido hasta aquí corresponde a lo narrado en el Primer Libro de Samuel de la Biblia, pero -según un epígrafe inicial- en el transcurso de los episodios el margen de invención se va ampliando en diferentes líneas narrativas para saturar el espacio de los ocho episodios (los dos últimos dedicados a la lucha con Goliat, aún sin retransmitir): las intrigas palaciegas; el papel de la esposa de Saúl que intenta salvar el reino de su marido y su poder, recurriendo incluso a la magia negra idólatra -ajena a la ley de Israel- para contrarrestar la maldición infligida por Samuel; el amor imposible entre David y una de las hijas de Saúl; el origen del pueblo de los Gigantes, al que pertenece Goliat, que se alía con los filisteos contra Israel… Este exceso de libertad creativa suscita cierta perplejidad, sobre todo cuando lleva a engrosar algunas escenas en interiores muy oscuros y con la intención explícita de crear un exceso de tensión que no siempre tiene razón de ser.
Si, por un lado, la dilatación de los acontecimientos a lo largo de toda una temporada permite profundizar en los personajes con mayor introspección e intensidad, por otro, la acentuación del dramatismo y de la dimensión sentimental distrae al espectador del foco de la historia llegando incluso a veces a cansar.
Las interpretaciones de los protagonistas son convincentes, las reconstrucciones escénicas y el vestuario son ricos, y los efectos especiales están bastante medidos, aunque se tiende a abusar de ellos para representar los pensamientos, sueños y delirios de los personajes.
En conclusión, puede decirse que el juicio sobre la operación es positivo, esperando que en la continuación de la segunda temporada se mantenga el justo equilibrio entre fidelidad al texto sagrado y la creatividad de la puesta en escena.
Giovanni Capetta