RECOMENDADA POR ORIENTASERIE
La nueva temporada (4) comienza entrelazando tres líneas argumentales diferentes, que luego se subdividen aún más a medida que avanzan los episodios: en la primera, una nueva criatura monstruosa del inframundo amenaza el pueblo de Hawkins y a sus habitantes, desquitándose con algunos adolescentes problemáticos en particular; en la segunda, Will, Jonathan y Eleven se están acostumbrando a su nueva vida en California, aunque ésta última lucha por integrarse y aceptar su nueva normalidad, privada de los poderes que la hacían “especial”; finalmente, en la tercera, Joyce y Murray parten hacia Alaska, siguiendo el rastro de Hopper, que podría seguir vivo.
La presencia de tantas líneas argumentales que avanzan en paralelo y luego se cruzan hace que esta cuarta temporada sea muy viva y variada (de hecho, después de una tercera considerada por muchos como decepcionante, ésta está gozando de un amplio éxito de público y crítica). La serie sigue mezclando hábilmente comedia, ciencia ficción y thriller, en una mezcla que constituye su rasgo distintivo y que ha contribuido a hacerla única en el panorama televisivo. Sin embargo, sí hay que decir que los nuevos episodios insisten mucho más que los anteriores en el componente de miedo/horror, un elemento que los hace inadecuados para los espectadores más jóvenes e impresionables.
Partiendo de una serie que tenía como uno de sus rasgos característicos, -más allá de las citaciones y el efecto nostálgico- , el hecho de tener niños como protagonistas, Stranger Things ha tenido que lidiar poco a poco con el ineludible crecimiento de los intérpretes y, en consecuencia, de los personajes principales. Lo ha hecho de la mejor manera posible, sin distorsionarlos (Will, Mike, Dustin… y la propia Eleven siguen siendo unos outsiders), pero enfrentándose a nuevos retos, típicos del crecimiento (la transición de la escuela secundaria a la preparatoria, las dificultades de mudarse a una nueva ciudad, la elección conflictiva entre los viejos y los nuevos amigos, el reto entre seguir siendo fiel a uno mismo o pretender ser «cool» para ser aceptado…). Por eso, los protagonistas siguen siendo creíbles y el público está deseando verlos de nuevo en primera línea luchando contra monstruos y batallas donde su diversidad volverá a ser su punto fuerte.
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“Una carta de amor a los clásicos de los 80 que cautivaron a una generación». Así han definido los hermanos Duffer su cómic televisivo, que rinde homenaje a muchos iconos pop de la época: desde los clásicos de Steven Spielberg (los protagonistas montando en bicicleta son una referencia evidente a E.T.) y John Carpenter, hasta las novelas de Stephen King, pasando por el homenaje al juego de fantasía Dungeons & Dragons o las canciones de los Clash y Duran Duran. El ambiente de época, que por un lado despierta la nostalgia de los que vivieron aquellos años, y por otro, fascina a las nuevas generaciones con la reconstrucción casi perfecta de un mundo tan cercano y tan irremediablemente lejano, es el telón de fondo ideal para lo que es, sobre todo, una historia de amistad: más allá de las atmósferas oscuras y de las criaturas monstruosas que provienen de una dimensión que no tiene nada de espiritual ni de otro mundo, sino que es, según una idea sencilla y a la vez aterradora, la copia en negativo (oscura, fría, tenebrosa) del mundo real, más allá de las escenas llenas de adrenalina y de las referencias a la Guerra Fría, Stranger Things trata de la amistad. Amistad que une a los cuatro jóvenes protagonistas (Will, Mike, Dustin y Lucas) al principio de la historia; amistad que, más allá de la desconfianza inicial, acaba integrando en el grupo a Eleven, la niña con poderes extraordinarios escapada de un laboratorio secreto; amistad que, incluso antes de una hipotética declinación romántica y sentimental, une a Joyce con Hopper. Y fue precisamente la ambientación ochentera la que permitió a los creadores escenificar una amistad fuerte e incondicional, que hoy, en un mundo dominado por Internet y los smartphones, parece cada vez más rara.
Al tema fundamental de la amistad se suman otros muchos: desde las dificultades para crecer y encontrar el propio lugar en el mundo (no por casualidad, los protagonistas -a excepción de Nancy, la hermana de Mike, que es cool tanto en la vestimenta como en el comportamiento- son todos unos empollones (léase «nerds»), que sólo consiguen sobrevivir en el día a día gracias al apoyo mutuo y a una gran sed de aventuras), hasta los miedos de los padres que ven crecer a sus hijos y los ven alejarse en un mundo dominado por peligros tanto más temibles cuanto más indefinidos son.
En definitiva, a pesar de su aparente apariencia desenfadada que responde, ante todo, a la lógica del entretenimiento, Stranger Things no es en absoluto un producto superficial ni pobre en contenido. Todo lo contrario. Lo que llama la atención, y lo que queda, es precisamente la fusión perfecta entre una película de terror de ciencia-ficción que hace de lo «ya visto» y las citaciones sus puntos fuertes, un drama que no evita temas potencialmente complejos (las dificultades de una madre soltera, el miedo a no ser aceptado y querido por ser diferente) y elementos ligeros propios de una comedia adolescencial (primeros amores, pequeñas escaramuzas sentimentales, dinámicas de grupo…). Todo mezclado en una receta que puede no ser innovadora, pero que funciona. Y muy bien.
Calidad general: ★ ★ ★ ★ ★
Calidad educativa: ★ ★ ★ ★ ☆
Edad a la que va dirigida la serie: >14 años. Cuarta temporada: >16
Presencia de escenas sensibles: varias escenas de miedo, algunas escenas violentas, uso de vocabulario a veces vulgar, algunas referencias sexuales.
“Una carta de amor a los clásicos de los 80 que cautivaron a una generación». Así han definido los hermanos Duffer su cómic televisivo, que rinde homenaje a muchos iconos pop de la época: desde los clásicos de Steven Spielberg (los protagonistas montando en bicicleta son una referencia evidente a E.T.) y John Carpenter, hasta las novelas de Stephen King, pasando por el homenaje al juego de fantasía Dungeons & Dragons o las canciones de los Clash y Duran Duran. El ambiente de época, que por un lado despierta la nostalgia de los que vivieron aquellos años, y por otro, fascina a las nuevas generaciones con la reconstrucción casi perfecta de un mundo tan cercano y tan irremediablemente lejano, es el telón de fondo ideal para lo que es, sobre todo, una historia de amistad: más allá de las atmósferas oscuras y de las criaturas monstruosas que provienen de una dimensión que no tiene nada de espiritual ni de otro mundo, sino que es, según una idea sencilla y a la vez aterradora, la copia en negativo (oscura, fría, tenebrosa) del mundo real, más allá de las escenas llenas de adrenalina y de las referencias a la Guerra Fría, Stranger Things trata de la amistad. Amistad que une a los cuatro jóvenes protagonistas (Will, Mike, Dustin y Lucas) al principio de la historia; amistad que, más allá de la desconfianza inicial, acaba integrando en el grupo a Eleven, la niña con poderes extraordinarios escapada de un laboratorio secreto; amistad que, incluso antes de una hipotética declinación romántica y sentimental, une a Joyce con Hopper. Y fue precisamente la ambientación ochentera la que permitió a los creadores escenificar una amistad fuerte e incondicional, que hoy, en un mundo dominado por Internet y los smartphones, parece cada vez más rara.
Al tema fundamental de la amistad se suman otros muchos: desde las dificultades para crecer y encontrar el propio lugar en el mundo (no por casualidad, los protagonistas -a excepción de Nancy, la hermana de Mike, que es cool tanto en la vestimenta como en el comportamiento- son todos unos empollones (léase «nerds»), que sólo consiguen sobrevivir en el día a día gracias al apoyo mutuo y a una gran sed de aventuras), hasta los miedos de los padres que ven crecer a sus hijos y los ven alejarse en un mundo dominado por peligros tanto más temibles cuanto más indefinidos son.
En definitiva, a pesar de su aparente apariencia desenfadada que responde, ante todo, a la lógica del entretenimiento, Stranger Things no es en absoluto un producto superficial ni pobre en contenido. Todo lo contrario. Lo que llama la atención, y lo que queda, es precisamente la fusión perfecta entre una película de terror de ciencia-ficción que hace de lo «ya visto» y las citaciones sus puntos fuertes, un drama que no evita temas potencialmente complejos (las dificultades de una madre soltera, el miedo a no ser aceptado y querido por ser diferente) y elementos ligeros propios de una comedia adolescencial (primeros amores, pequeñas escaramuzas sentimentales, dinámicas de grupo…). Todo mezclado en una receta que puede no ser innovadora, pero que funciona. Y muy bien.
Cassandra Albani
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